O Tatuador de Auschwitz

Visto y no visto.  He vuelto a recobrar la confianza en la lectura¡¡¡  (tras el fracaso del libro anterior de Javier Sierra)  El Tatuador de Auschwitz  de Heather Morris,  ha sido mi última conquista literaria y me la he bebido en cuatro noches. 







Cada día lo tengo más claro, soy un lector compulsivo de "best sellers", soy muy básico, lo sé, pero no lo puedo evitar. Gran éxito que cae en mis manos es un vicio asegurado. 

En esta ocasión incluso, me he lanzado con otro idioma y es que en mi pasado viaje a Oporto decidí comprar varios libros en el idioma nativo de ese país y éste fue uno de ellos. Cierto es que lo interesante sería comprar literatura portuguesa, porque entiendo que es una forma más de conocer la cultura y la idiosincrasia de ese país, pero como digo, mi pasión por lo grandes éxitos me puede, y como lo que quería era ejercitar la lectura en portugués, pues nada, me lancé a por éste.

Bueno, pues centrándome ya en lo que es el propio libro, que está basado en  una historia real,  debo indicar que efectivamente, la narración es muy fluida pues una vez que empiezas, te metes de lleno en la historia. También es verdad, que la literatura relacionada con la Segunda Guerra Mundial, desde siempre me ha interesado mucho, no como algo morboso, sino como algo que creo que todos debemos conocer y transmitir a las próximas generaciones, pues soy de los que piensan que debemos aprender de los errores del pasado, para evitar que vuelvan a ocurrir en el futuro. 

No obstante, O Tatuador de Auschwitz, a pesar de tener muchos elementos en  común con la mayoría de literatura basada en las canalladas llevadas a cabo por los nazis  (con el consentimiento de  una sociedad adoctrinada por el fascismo) hay un elemento muy importante, que lo diferencia respecto a otros libros:  En este caso, se mete de lleno en la lucha del ser humano por intentar salvar su pellejo, haciendo cosas de las que no se siente nada orgulloso, pero que de no hacerlas, su propia supervivencia está en peligro. Todo el mundo conoce que a los prisioneros de Auschwitz y de otros campos de concentración, se les tatuaba un número en el brazo, pues bien, este libro narra  la historia de una de las personas que desempeñaba esa tarea. Eran los mismos presos judíos a los que les encargaba esa función y lógicamente, suponía un gran dilema y una gran lucha psicológica interna a la que se veían sometidos, porque por un lado, si ejercían su tarea con eficacia, podía ser su salvoconducto para seguir vivos, aunque por otro lado, era un sufrimiento enorme porque sentían que formaban parte de la maquinaria de exterminio nazi. Como digo, desde ese punto de vista, la novela aporta un matiz que no había encontrado en otras que ya he leído, aunque donde sí lo pude ver también fue en la película El Hijo de Saúl. 

Por lo demás, obviamente, estamos ante un libro triste, que muestra lo peor, pero  a la vez, lo mejor de lo que el  ser humano es capaz de hacer y es que a pesar de estar sometidos a vejaciones y condiciones infrahumanas, las personas sacan fuerzas, de donde no las hay, para intentar ayudar a otras que sufren las mismas condiciones extremas. 

Libro que recomiendo leer porque además de estar muy bien narrado y estructurado, es una magnífica forma de conocer los errores (por decirlo suavemente y con todo el respeto del mundo a las víctimas) del pasado, para evitar que vuelvan a ocurrir en el futuro. 

Buenos, pues nada, espero que os haya resultado interesante esta sugerencia literaria y que si os lanzáis a leerlo, os guste tanto como a mi.  





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