Fin de semana de altura. Subida al Pico La Mira por Los Galayos.
Aunque normalmente no nos paremos a pensarlo, es una suerte tener la capacidad de disfrutar a lo bestia con cosas sencillas y es que, en verdad, para pasarlo bien, no necesitas grandes cosas, ni mucho dinero, ni tener que irte muy lejos, ni nada de eso.
Esta reflexión viene a cuento del subidón de energía positiva que tuve hace unos días, al poder disfrutar junto con l@s amig@s de La Alberca Alta Montaña, de un fin de semana de altura, en la Sierra de Gredos.
El objetivo principal era la subida al Pico La Mira por Los Galayos, pero es que ese objetivo estuvo adornado de otra serie de actividades, que conformaron un fin de semana fantástico, en un entorno espectacular y con unos acompañantes de lujo.
No fue fácil encontrar alojamiento, síntoma de que el personal está deseando salir y moverse, tras estos meses tan difíciles que hemos pasado a consecuencia de la dichosa pandemia. Finalmente encontramos cobijo en el Hostal El Fogón de Gredos, situado a las afueras del pueblo de Guisando, en un entorno muy bonito, con una piscina natural a tan solo unos metros (pequeño toque de atención al personal del hostal, por su poca flexibilidad en la atención al cliente)
Piscina natural próxima al hostal |
Vista desde el Hostal El Fogón de Gredos |
La idea era realizar la subida importante el Sábado y después el Domingo, una ruta más tranquila por la zona de Arenas de San Pedro, pero en este caso, al tratarse de una ruta senderista de alta montaña, era muy importante contar con la previsión meteorológica, a fin de evitar situaciones que puedan ser peligrosas. En esta ocasión, todo indicaba que el Sábado habría tormentas por la zona, así que decidimos alterar el orden previsto, de forma que el Sábado, finalmente, realizamos la Senda de los Pescadores, en el entorno de Arenas de San Pedro. Ruta muy asequible, que parte del puente medieval y que discurre próxima al río Arenal. La ruta nos ofreció unas estampas muy interesantes, pues el entorno es muy frondoso. Como hecho más significativo, destacar que en todo momento estuvimos acompañados del sonido del agua, lo cual para los que somos de secano es muy llamativo y en cierta medida relajante.
Puente medieval donde comienza la ruta Senda de los Pescadores |
Buscando reflejos para obtener fotos curiosas |
Una vez finalizada la ruta, sobre las 13 horas, se confirmaron los pronósticos, en pocos minutos el cielo se cubrió de nubes negras, y comenzó a tronar y a llover, pero para esa hora ya estábamos a buen recaudo, tomando unas cervecitas en un bar del pueblo.
Aprovecho para recomendar una aplicación, que conocí durante este viaje, para consultar la previsión meteorológica, que os puede resultar muy práctica, pues facilita información muy detallada, incluso de zonas de alta montaña: Meteoblue
A continuación y como no podía ser de otra forma estando en la provincia de Ávila, nos dimos un buen festín a base de platos típicos de la zona y donde no podía faltar el famoso chuletón.
Collage de Manuela. Migas, patatas revolconas y chuletón |
Tras la comida, dimos un paseo por Arenas de San Pedro, que bien merece la pena una visita. Se trata de la población más importante de la zona, actuando como capital comarcal. Es una localidad con un gran potencial turístico, siendo importante centro comercial y hostelero. De su casco urbano, destacan su barrio árabe y la zona judía, el puente medieval, la zona del castillo y la zona del río. Cuenta con muchísimos más puntos de interés, como el embalse, el Palacio del Infante D. Luis de Borbón y Farnesio, o las Cuevas del Águila, entre otros, pero no nos dio tiempo para tanto (ya tenemos excusa para realizar una nueva visita, más en profundidad, a esta localidad abulense)
Qué vista fotográfica hay en el grupo¡¡¡ |
Puente de Aquelcabos |
Jugando con los reflejos |
Aquí dejé mi paraguas de recuerdo |
De vuelta a nuestro campamento base, decidimos dar un paseo por Guisando, que es una auténtica joya y por supuesto, si estás por la zona, tienes que visitarlo.
Bueno, pues tras un primer día muy entretenido y divertido, en el que disfrutamos de dos de nuestras aficiones (senderismo y gastronomía) nos fuimos pronto a la cama, porque el día siguiente nos espera nuestra prueba de fuego: Ascenso al Pico La Mira.
Amanecer |
Se volvieron a cumplir las previsiones y amaneció un nuevo día con cielo despejado. Íbamos a tener una buena mañana para la práctica senderista. Desayuno rápido a las 8 de la mañana y marchamos en los coches hasta la plataforma del Nogal del Barranco, lugar donde tendría inicio nuestra ruta. Cuando llegamos a dicha plataforma ya se respiraba un gran ambiente, pues había un montón de deportistas realizando la puesta a punto para pasar un gran día. Nos encontramos muchos senderistas, pero también había escaladores, pues hay que recordar que la zona de Los Galayos es muy utilizada para la práctica de esta modalidad deportiva. La temperatura en este momento era muy agradable.
Tras la foto de grupo, nos pusimos rápidamente en marcha, pues nos esperaba, posiblemente, el ascenso más importante que hasta la fecha ha hecho la Alberca Alta Montaña y eso se notaba en nuestra mentalización.
Espino y sus buenas dotes para las autofotos |
El inicio de la ruta es muy bonito y relativamente cómodo, pues discurre por una senda empedrada (ya los mayores del lugar, nos habían contado el día anterior, historias de cuando trabajaron en su construcción) En un primer momento, discurre por una zona de pinar, pero rápidamente la arboleda desaparece, no obstante, a esta hora de la mañana contábamos con el beneficio de caminar por la zona de sombra, por lo que la temperatura seguía siendo muy agradable. Indicar también que nos encontramos durante el recorrido con numerosas fuentes, lo cual es de agradecer, pues a ciertas horas, el calor aprieta (sobre todo a la vuelta) y viene muy bien contar con agua para refrescarse.
A los pocos metros, nuestro compañero Sergio dijo: "aquello que se ve allí arriba es el refugio Victory" Me dio por subir la mirada, pero no vi nada concreto, decidí parar unos segundos y volví a mirar más detenidamente hacia arriba y realmente no daba crédito a lo que estaba viendo... en la lejanía, se veía un pequeño recuadro blanco que intuí era el refugio y sí, estaba en lo cierto, aquello era el famoso refugio Victory.... Me parecía mentira que fuésemos a subir hasta allí.
El grupo se fue fragmentando y se formaron pequeños subgrupos, en función del diferente ritmo de ascenso que cada uno llevaba. De hecho, en algunos tramos fui solo, pues mi premisa era subir a mi ritmo, evitando cualquier mala pisada que pudiera causar algún problema, aunque eso sí, intenté no perder contacto visual con los compañeros que iban delante. Estaba claro que en este caso, lo importante era subir, cada uno a su ritmo, pero aplicar todos nuestros esfuerzos en intentar realizar el ascenso. A nuestra izquierda vislumbramos la zona de Las Zetas, subida en zig-zag, mediante un camino esculpido en la ladera. Desde nuestra posición, parecía increíble poder caminar por esa zona, pero veíamos otros senderistas con sus coloridas equipaciones decatlhonianas, en un curioso peregrinar, dando fe, que sí era posible el ascenso.
Zona de las Zetas |
Cuando por fin cruzamos al otro lado de la vertiente, para encarar la famosa subida de Las Zetas, es cuando pudimos contemplar la magnitud de las agujas graníticas de Los Galayos. Impresionante.
Así mismo, desde esta posición, pudimos tomar contacto visual con el resto de personas del grupo. Los saludos en la lejanía se repetían con frecuencia, así como el retumbar, entre aquellos muros de piedra, de las palabras de ánimo.
Vista que teníamos mientras subíamos la zona de las Zetas |
Veíamos perfectamente la senda por la que habíamos ido subiendo |
Comenzamos la subida por aquel tramo que visto desde lejos parecía imposible. Realmente se hizo un gran trabajo en su construcción y de hecho, facilita enormemente la subida. Al final de este zig-zag la senda desaparece y es cuando tienes la necesidad de mostrar mas interés en localizar los hitos, que otros senderistas han ido marcando, para ayudar a realizar el ascenso. En este momento, en mi caso, el bastón sobraba, lo enganché a la mochila y dejé libre las dos manos, pues las necesitaba constantemente para ir agarrándome a las piedras y poder ir haciendo el ascenso de forma más segura. Llegó un momento que perdí el contacto con mis compañeros de delante, pero como había más senderistas, entre todos íbamos localizando hitos y realizando el ascenso con más o menos destreza. Tras un par de subidas de órdago, bordeamos un saliente y a la vuelta pude vislumbrar el famoso Refugio Victory¡¡¡¡¡ Fue una tremenda alegría, pues pensaba que aún quedaba más tramo para llegar él.
La llegada al refugio permitió tomar aire y reponer fuerzas, con parte de las provisiones que llevaba en la mochila. En mi caso, había decidido realizar un desayuno suave en la mañana, pero llevaba muchos alimentos para ir tomándolos poco a poco y así dosificar energía (frutos secos, barritas de cereales, algo dulce para reponer azúcar y mucho líquido me acompañaron en todo momento)
Desde el refugio las vistas son espectaculares, nos encontrábamos a 1.950 metros de altitud. Además pudimos ver algunos alpinistas escalando las paredes casi verticales de Los Galayos.
Vistas desde la explanada del refugio |
Interior del refugio |
Decidimos esperar al segundo grupo, que venía un poco más atrás. Cuando llegaron al refugio, se notaba en sus caras la satisfacción de haber alcanzado el objetivo tras un gran esfuerzo (supongo que mi cara tendría la misma expresión de satisfacción cuando llegué yo)
Una vez que habíamos descansado, algunos compañeros se quedaron a esperar al tercer grupo de amigos y otros decidimos continuar el ascenso. En este caso, directamente no había senda alguna, lo que sí había era un montón de hitos, había tantos, que podías elegir y es que en realidad, en este tramo del ascenso, cada cual sube por donde puede. Fue un ascenso muy exigente y al igual que antes, no necesité el bastón para nada, sino que tuve que emplear a fondo las dos manos para ir ayudándome. Nos encontrábamos senderistas que iban ascendiendo cada uno por donde podía, de hecho algunos nos preguntaron, porque por donde habían elegido inicialmente, el ascenso ya se hacía imposible, por lo que decidieron seguir nuestros pasos. Miré en alguna ocasión hacia atrás y ya vi el refugio bastante pequeño, y es que aunque no lo pareciese, la distancia iba aumentando. Tras un gran esfuerzo, pudimos remontar la zona pedregosa y alcanzamos una zona más suave y donde la piedra dejó paso a zonas verdes (aunque había que ir con cuidado pues había muchos agujeros ocultos por la hierba) Seguimos subiendo, pero en esta ocasión la pendiente era mucho menos pronunciada, lo peor ya había pasado. A los pocos minutos ya tuvimos contacto visual con La Mira y aumentamos el ritmo, sabiendo que faltaba poco para hacer cima. Quince minutos después estábamos subidos en lo más alto, felices de haber conseguido un gran ascenso.
Cima |
Dicen que la cara es el reflejo del alma |
Desde aquí arriba las vistas ya no son espectaculares, son de infarto.
Un placer poder comer un bocata teniendo a nuestros pies Los Galayos y unas vistas panorámicas de cientos de kilómetros.
Durante los minutos que estuvimos reponiendo fuerzas y disfrutando del paisaje, todo el esfuerzo vivido en el ascenso se esfumó de un plumazo, aunque eso sí, mi cabeza comenzó a pensar en lo bien que me lo iba a pasar en el descenso hacia el refugio....
Efectivamente, una vez iniciada la bajada, la primera parte fue muy sencilla, pero cuando llegamos a la zona de piedras, al igual que antes, comenzamos a buscar la senda que mejor nos parecía, pero sin tener clara una ruta determinada. Íbamos buscando hitos y eligiendo aquellas zonas que considerábamos más asequibles. De igual forma que en el ascenso, el bastón no lo utilicé, sino que en más de una ocasión tuve que echar el culo al suelo e intentar bajar poco a poco, ayudándome en todo momento de las manos, para evitar cualquier caída o paso mal dado. Si el ascenso fue duro por el esfuerzo que tuve que realizar, el descenso me costó más, no por el esfuerzo, sino por lo difícil de tomar apoyo seguro. A pesar de ello, poco a poco y eligiendo con cuidado donde poner los pies, pudimos ir restando metros a nuestra ruta, de forma que alcanzamos de nuevo el refugio y de ahí, pequeño descanso y a continuar con el resto de la bajada.
Durante el descenso nos reagrupamos todos y pudimos ir más relajados, conversando sobre las sensaciones y compartiendo la alegría de haber alcanzado nuestro objetivo: realizar una gran ruta de alta montaña.
En total hicimos 11,26 kms, en los que empleamos 7 horas
Una vez llegamos al Nogal del Barranco, aprovechamos la gran fuente que hay allí, para refrescarnos y cambiarnos de calzado, que siempre viene bien después de una larga caminata.
Seguidamente unas cervecitas fresquitas (sin alcohol los conductores) en Guisando y rápidamente emprendimos el camino de regreso a casa, cansados, pero muy satisfechos por el gran fin de semana que acabábamos de completar.
Son de estas experiencias que crean afición, pues todo: el ambientazo que había, el gran esfuerzo realizado, la belleza del entorno, el buen rollo con los compañeros, hacen que esté deseando realizar una nueva salida, no importa el sitio, porque como dije al principio, hace falta muy poco para pasarlo muy bien.
Qué buen recuerdo tu reportaje!!!La descripción minuciosa de la ruta da fe del esfuerzo realizado y la satisfacción de conseguir una meta.
ResponderEliminarMe encanta que hayas incluido fotos "animadas".
Gracias¡¡ Vivimos un fin de semana de altura. En cuanto a las fotos, hay que ir evolucionando jejeje.
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