I Ruta Alfonso XIII
Fin de semana de escándalo el que hemos pasado en Las Hurdes, comarca a donde nos desplazamos para participar en la I Ruta Alfonso XIII, incluida dentro del Circuito Camina Extremadura 2017 de senderismo.
La experiencia vivida este fin de semana me ha servido también como aprendizaje. En primer lugar por lo que respecta a un mayor y mejor conocimiento de mi tierra, y por otro lado, me ha servido para aprender de los errores que se pueden cometer en el senderismo, como en cualquier otro deporte y tratar de evitarlos en el futuro.
A pesar de las nuevas tecnologías, a pesar de la sociedad de la comunicación y de cualquiera de los numerosos avances tecnológicos que ayudan a dar a conocer cualquier rincón del mundo con enorme facilidad, en mi opinión, Extremadura sigue siendo hoy una gran desconocida. A raíz de las numerosas fotos que voy a colgar en esta entrada, podréis ver paisajes que probablemente los ubicaríais en cualquier otro sitio antes que en Extremadura. Cumbres nevadas, niebla por todas partes, verdor en todos sus matices, agua que corre a raudales.... imágenes típicas de Asturias, Galicia... pero Extremadura.....??? Pues sí, Extremadura.
La ruta Alfonso XIII parte de la población de Casares de las Hurdes y finaliza en Las Mestas, pretendiendo rememorar la visita que el rey Alfonso XIII realizó a esta zona en el año 1922, en lo que supuso un punto de inflexión para una comarca que hasta tal fecha había estado prácticamente abandonada, tanto por el desinterés de los poderes existentes por aquel entonces, como por los problemas de aislamiento que tenía debido a las complicaciones orográficas del terreno. Se trata de una ruta lineal, con una distancia de 22 kilómetros y una dificultad media - alta. Tratándose de una ruta PR .
Como la distancia entre la comarca de Tierra de Barros y la de las Hurdes es bastante, decidimos ir el día antes de la ruta y hacer noche allí. Con estas, el Sábado a la una del mediodía estábamos ya instalados en el Hostal Montesol de Casares de las Hurdes, donde aprovechamos para comer. Posteriormente y con objeto de rebajar la comida y tomar contacto con el terreno, decidimos dar un paseo por los alrededores de Casares. De esta localidad llama la atención su curioso campanario. Así mismo visitamos la alquería (las pedanías reciben aquí ese nombre) de Casarrubia, un enclave con trece habitantes, donde la señora María de los Remedios nos estuvo explicando un poco cómo es el día a día de sus vecinos.
Campanario de Casares de las Hurdes |
Rincones con encanto |
Estrenando prendas |
Durante nuestra estancia en el Hostal Montesol, donde por cierto hemos de decir que recibimos un trato muy familiar, pudimos degustar platos típicos de la zona, como estofado de venado, patatas meneás, o la popular ensalada de limón.
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Ensalada de limón |
Tras un Sábado relajado, nos fuimos pronto a domir, porque había que llegar descansados al Domingo, ya que entre las previsiones meteorológicas (se había decretado alerta amarilla en todo el Norte de la provincia de Cáceres por fuertes lluvias, alerta que a última hora fue desactivada) y el perfil de la ruta, el esfuerzo iba a ser elevado.
El Domingo a las 8 en punto de la mañana la organización tenía todo preparado para la recogida de los dorsales, entrega de obsequio y desayuno compuesto por café o chocolate y bollería elaborada por empresas de la zona.
A las 8:30 y tras las habitaules recomendaciones de la organización y el discurso de bienvenida del alcalde de Casares (con quien posteriormente charlaríamos durante la ruta) da comienzo la I Ruta Alfonso XIII. Al igual que un invitado a una fiesta, con puntualidad británica la lluvia hace acto de presencia, a la misma hora justo del inicio de la ruta y ya nos acompañaría durante toda la jornada.
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Momentos previos a la salida |
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Bienvenida del alcalde |
Salimos de Casares de las Hurdes y comenzamos a ver la típicas terrazas construídas por el hombre para intentar ganar terreno de cultivo a la sierra. Rápidamente nos ponemos a ascender, de hecho, nos encontramos con el tramo más duro de toda la ruta, pues tenemos que realizar un ascenso de 600 metros en 3 kilómetros, hasta alcanzar el Mirador de Las Carrascas, situado a 1.200 metros. Durante el ascenso la lluvia, aunque de forma débil, nos sigue acompañando y en algún momento, hace acto de presencia el granizo. La zona de ascenso más exigente es la que coincide con un cortafuegos creado para luchar contra los incendios de la época estival.
Con satisfacción y esfuerzo alcanzamos el punto más alto, donde la organización ya nos tenía preparado el primer avituallamiento. Cierto es que una vez alcanzada la cima, debido a la niebla existente y a la lluvia constante, no pudimos disfrutar del impresionante paisaje que se intuye ha de existir, no obstante, las condiciones meteorológicas, a pesar de ser adversas, le dan un toque diferente a la ruta, que a la larga, seguro la convertirán en inolvidable a todos los que hemos participado en ella.
Seguimos ascendiendo |
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Subiendo por el cortafuegos |
El descanso en la zona de avituallamiento es corto, porque sopla un viento muy desagradable y la sensación de frío aumenta por segundos, por lo que evitamos quedarnos parados mucho tiempo, así que decidimos iniciar cuanto antes el descenso que ha de llevarnos hasta Ríomalo de Arriba.
Este tramo es muy interesante, pues es un continuo zigzagueo que nos ofrece curiosas estampas salteadas con numerosos regatos y frondosa vegetación.
Este tramo es muy interesante, pues es un continuo zigzagueo que nos ofrece curiosas estampas salteadas con numerosos regatos y frondosa vegetación.
Una vez completado el descenso hacemos una pequeña parada en un control de dorsales, junto al que están un grupo jinetes montados a caballo y que representaban al rey Alfonso XIII y su séquito.
En las proximidades de Riomalo la lluvia comienza arreciar y tengo que hacer uso del paraguas porque el impermeable aunque es resistente, también tiene un límite.....Por otro lado, hace ya rato que me he percatado que mi cámara de fotos compacta tiene el objetivo mojado y aunque intento secarlo, vuelve a mojarse inmediatamente, por lo que sé que muchas de las fotos las tendrá que desechar.
Tras pasar Riomalo, tomamos un largo tramo de carretera hasta que comenzamos un nuevo descenso para tomar una senda paralela al río Ladrillar, que nos llevará directamente al pueblo con el mismo nombre.
Nuevo control de dorsales y nuevo punto de avituallamiento con salchichón y chorizo caseros, bebida isotónica y dulces. Podemos elegir lo que queramos. Con estos avituallamientos, sí o sí, repones fuerzas.
Debido a las adversas condiciones meteorológicas, la organización establece en Ladrillar un primer punto para finalizar la ruta. No obstante, la mayoría de nosotros decidimos continuar, aunque sí es cierto que muchos senderistas decidieron finalizar aquí la actividad.
Dejamos Ladrillar a un lado y comenzamos un nuevo ascenso a nuestro próximo objetivo: Cabezo.
El ascenso se hace en fila de a uno, porque el sendero es muy estrecho y sinuoso, discurriendo entre sierras repletas de pinos, jaras y brezos. La lluvia sigue cayendo con insistencia. Vamos distanciandonos un poco de los compañeros que vienen detrás y en un punto en el que atravesamos una pista muy ancha, giramos a la izquierda y comenzamos a ascender varios kilómetros por dicha pista. Tras percatarnos que durante un buen tramo no vemos señalización de la ruta, comprobamos que no hay más senderistas que sigan tras nosotros, por lo que empezamos a sospechar que nos hemos equivocado en el recorrido. Decidimos deshacer lo andado y volver al punto donde vimos la última baliza. Tras un buen rato buscando, conseguimos localizar el sendero correcto y vemos a lo lejos, en lo alto de la sierra, a un grupo de senderistas ascendiendo en fila india. Por nuestros cálculos, se encuentran bastante lejos para poder alcanzarlos con facilidad y simultáneamente comprobamos que la organización ya ha recogido la señalización adicional que tenia colocada, por lo decidimos que no es seguro seguir la ruta cuando no tenemos claro el camino a seguir. De esta forma y a pesar de la sensación de rabia que nos da el no poder continuar la prueba por el fallo que hemos cometido, decidimos actuar con sensatez, así que nos volvemos a Ladrillar, pues el camino de vuelta sí lo teníamos controlado.
El ascenso se hace en fila de a uno, porque el sendero es muy estrecho y sinuoso, discurriendo entre sierras repletas de pinos, jaras y brezos. La lluvia sigue cayendo con insistencia. Vamos distanciandonos un poco de los compañeros que vienen detrás y en un punto en el que atravesamos una pista muy ancha, giramos a la izquierda y comenzamos a ascender varios kilómetros por dicha pista. Tras percatarnos que durante un buen tramo no vemos señalización de la ruta, comprobamos que no hay más senderistas que sigan tras nosotros, por lo que empezamos a sospechar que nos hemos equivocado en el recorrido. Decidimos deshacer lo andado y volver al punto donde vimos la última baliza. Tras un buen rato buscando, conseguimos localizar el sendero correcto y vemos a lo lejos, en lo alto de la sierra, a un grupo de senderistas ascendiendo en fila india. Por nuestros cálculos, se encuentran bastante lejos para poder alcanzarlos con facilidad y simultáneamente comprobamos que la organización ya ha recogido la señalización adicional que tenia colocada, por lo decidimos que no es seguro seguir la ruta cuando no tenemos claro el camino a seguir. De esta forma y a pesar de la sensación de rabia que nos da el no poder continuar la prueba por el fallo que hemos cometido, decidimos actuar con sensatez, así que nos volvemos a Ladrillar, pues el camino de vuelta sí lo teníamos controlado.
Con todo, hemos andado un buen número de kilómetros aunque muy a nuestro pesar, no ha sido para llegar a Cabezo sino para regresar al punto donde más adelante se celebrará la comida.
Ya en Ladrillar hacemos parada en un bar para resguardarnos de la lluvia y en ese momento es cuando somos realmente conscientes de lo calados que estábamos de agua, pues aparte de nuestros propios cuerpos, comprobamos que tenemos las mochilas y todos nuestros enseres empapados.
El bar estaba muy animado, ya que un grupo de música folclórica de la zona estaba tocando el tambor y la flauta y numerosas mujeres ataviadas con trajes tradicionales, estaban bailando las danzas típicas de las Hurdes.
Pasarian varias horas hasta que nos dirigimos a la zona donde la organización nos tenia preparada la comida, lugar donde coincidimos con el resto de compañeros que sí habían llegado a Cabezo e incluso algunos a las Mestas y que habían regresado a Ladrillar a través de los autobuses fletados por la organización.
La comida consistió en una sabrosa paella y fruta de postre. Así mismo, se rifaron numerosos regalos (nos trajimos una buena botella de vino que ya degustaremos en nuestra próxima asamblea, bueno, más bien es una fiesta, la de asamblea es un eufemismo jejeje)
Me gustaría dar las gracias de forma sincera a la organización de la ruta por el gran trabajo que ha tenido que hacer para preparar un evento como este, más, teniendo en cuenta los cambios que han tenido que hacer a última hora, para adaptarse a las condiciones meteorológicas. En las ocasiones en las que hablamos con miembros de la organización, se notaba la ilusión que tenían por que todo saliese de la mejor manera posible, se nota que la gente de las Hurdes es sincera, humilde y muy hospitalaria. Lástima que por las condiciones del día no hayamos podido disfrutar en su totalidad de la grandeza de este paisaje, aunque como ya he dicho anteriormente, también la van a convertir en una ruta que recordaremos durante mucho tiempo. No obstante y siempre con carácter de mejorar la ruta para sucesivas ediciones, tengo un par de sugerencias que intentaré transmitir directamente a la organización a través de su email de contacto.
Gran fin de semana el que he podido disfrutar en compañía de los amigos de la Alberca Alta Montaña, con estreno de equipación incluida y donde he aprendido dos cosas muy importantes:
Por un lado, que Extremadura no deja de sorprenderme. Tiene parajes espectaculares que debemos descubrir y de los que debemos sentirnos muy orgullosos y así mismo ayudar a potenciarlos y poner en valor.
Y por otro lado, he aprendido que para practicar senderismo hay que realizar previamente una correcta preparación tanto física como técnicamente, con una correcta planificación de la ruta (perfiles, trazados, equipación, avituallamiento) no pudiendo dejar cosas a la improvisación. Y ante todo y sobre todo, debemos aplicar el sentido común y la sensatez, para tratar de solventar cualquier inconveniente que nos pueda surgir durante el camino.
Saludos y hasta la próxima. Los suizos nos esperan..........
Muy interesante, Javier.
ResponderEliminarMuchas gracias¡¡
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