Atácate

Hay una pregunta que es muy sencilla de hacer, pero que es muy difícil de responder: ¿qué es la felicidad?   Realmente, no sé qué contestar, pero sí puedo decir que la felicidad ha de ser algo  muy parecido a lo que he experimentado estos días en Portuga l en un viaje  a la Costa Vicentina .  Cuando mezclas la alegría de juntarte con unos amigos con los que compartes afición y con los que la risa está asegurada,  cuando visitas pueblos que aún conservan la esencia de lo que siempre han sido, cuando caminas por senderos junto a espectaculares acantilados o cuando pruebas platos tradicionales elaborados con una materia prima de excelente calidad, surge un estado de alegría que hace que te olvides de todo y te centres única y exclusivamente en disfrutar la experiencia (bueno, los chupitos de licor Beirão al lado de una buena lumbre, también creo yo que tuvieron algo que ver en todo esto....)  La Ruta Vicentina,  así nombrada porque tiene su origen o final en

El Acueducto de las Herrerías es una infraestructura hidráulica abandonada, que daba servicio a tres centrales hidroeléctricas y a una antigua herrería. Es un canal de unos siete  kilómetros de longitud y su funcionamiento data del año 1950. Sus paredes tienen un metro y medio de alto, por un metro de ancho, aunque en algunos tramos el ancho alcanza los dos metros.  Está construido en pizarra con un mortero bastardo de arena y cal. A mitad del recorrido el acueducto presenta su imagen más característica donde, para sortear el caudal del Arroyo del Colmenar, se construyeron muros de unos 7-8 metros de altura y una veintena de arcos. El recorrido por el Acueducto de las Herrerías termina donde comienza la conducción de agua, la presa en la Garganta de Descuernacabras que le suministraba el agua necesaria.  Camino de Madrid por la Autovía A-5, antes de entrar en el túnel de Miravete, hay un desvío (salida 219) que te lleva a la localidad de Deleitosa y de ahí, hay otra carretera, m